Kurt Lewin fue un pionero en la realización de dinámicas de
grupo definiendo que el comportamiento individual no es el resultado de la
voluntad individual si no de la relación dinámica que éste tiene con el grupo.
El comportamiento de un grupo no se explica por la acción de cada uno de sus
componentes de forma independiente si
no por las interacciones que se crean
entre ellos.
El grupo se caracteriza además por tener una capacidad de
influencia cuya evidencia ha quedado reflejada en muchos estudios que la
definen como conformidad y obediencia. Uno de estos estudios de conformidad fue
el que realizó Asch, en el que un grupo de personas sentadas en una mesa tienen
que comparar diferentes líneas dibujadas en unos paneles y decir cuál de las
tres opciones ofrecidas mide lo mismo que la línea modelo. El grupo sin embargo
no es tal, existiendo en éste dos tipos de individuos, los cómplices y el
sujeto experimental. Los cómplices son parte del experimento y su misión es
mentir sistemáticamente sobre la longitud de las líneas mientras que el sujeto
experimental es el único elemento a estudiar. El objetivo del experimento era
ver hasta qué punto los sujetos experimentales ceden a las presiones del grupo
amoldando su comportamiento al del conjunto. Los resultados fueron que un
tercio de los sujetos experimentales cometían errores flagrantes dejándose
arrastrar por lo que el grupo decía. El motivo por el que hacía esto era el
sometimiento al grupo de tres formas distintas: distorsión de la percepción,
distorsión del juicio y distorsión de la acción.
El estudio inicialmente fue realizado con los alumnos del
propio Asch sin embargo me parece que sería una experiencia interesante
desarrollar este mismo estudio, o uno similar, en individuos que tengan
diferentes rangos de edad con el fin de determinar cuáles son las edades en las
que somos más fácilmente influenciables.
A pesar de que sería lógico que un adulto se dejara influir
menos por el grupo creo que sería posible que llegara a ocurrir que ante una
obviedad tan grande los individuos más jóvenes respondieran de una forma más
autónoma, y aunque solo fuera por cabezonería defenderían la respuesta que
creen correcta.
Estudios sobre cómo de influenciable puede resultar un
adolescente sería determinante para cuidar que desarrollara un pensamiento
crítico fuerte durante esas edades para evitar así que sea engañado.
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