Esta afirmación que a priori
puede parecernos demasiado evidente suele quedar diluida en ocasiones con
determinado tipo de alumnos. A veces los profesores pueden llegar a olvidar que
todos sus estudiantes, independientemente de cómo sean tienen estos derechos, y
por unos u otros motivos empiezan a dejar de aplicarlo con aquellos que
resultan más problemáticos.
La Fundación Tomillo se encarga
de recoger a estos “desterrados” que han agotado las posibilidades que el
sistema está dispuesto a ofrecerles. Fundada en 1984 ha adoptado el nombre de
esta planta “por sus propiedades curativas, su modestia, resistencia y por
estar muy extendida en España” según ellos mismos dicen.
La homogeneidad de los alumnos de
este centro se basa precisamente en la heterogeneidad de sus miembros. Formado por
estudiantes que se salían de la norma “para mal” en los lugares de enseñanza de
los que venían, donde eran en los raros, los diferentes, los que armaban “bulla”,
los que no trabajaban van a encontrar en la Fundación una segunda oportunidad,
y eso es lo que les hace iguales y une.
En este nuevo centro van a poder
volver a empezar, para así conseguir eso que quieren pero a lo que no supieron
llegar previamente. En el centro es fundamental el respeto y tolerancia,
valores que promueve esta ley y que aquí se hacen realmente efectivos. Cada
comportamiento va a tener unas consecuencias.
Cuando la conducta es buena
reciben premios, alicientes para seguir por ese camino. En la mayoría de los
casos este tipo de conductas se compensan con prácticas, que los alumnos ansían
pues los va a llevar a una primera oportunidad laboral que es lo que en muchos
más desean.
Cuando la conducta es mala, y aquí
encontramos la diferencia, no se les aplican “castigos” en el sentido en que
siempre los hemos entendido. Se vuelve a trabajar, como es la máxima de la
fundación con segundas oportunidades, de tal modo que si su comportamiento ha supuesto
restarle algo al centro la compensación será sumarle otra cosa. De esta manera
se corrige el error, se vuelve a alcanzar el equilibrio, se recupera la
oportunidad.
Este modo de trabajo, que llevan
aplicando desde sus inicios cuenta con el aval de los buenos resultados que han
obtenido desde entonces. El centro da la libertad a los estudiantes de que sean
como quieran ser, que se comporten como creen que deben hacerlo, eso sí enseñándoles
las consecuencias de sus actos, para que de esta manera sean libres de elegir
por si mismos, pero teniendo todas las opciones sobre la mesa.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante tu reflexión sobre los "castigos". El objetivo de castigar es que no se vuelva a repetir la acción pero estos castigos deberían ser constructivos, para que si se ha hecho algo mal se restituya el daño o desperfecto con el trabajo, como bien has hecho referencia en tu entrada.
EliminarMuchas gracias Alberto
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