viernes, 27 de septiembre de 2019

EN BUSCA DEL EQUILIBRIO_UNA HISTORIA DE SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Uno de los apartados del articulo 91 de la LOE y la LOMCE defiende que un buen profesor debe contribuir a que las actividades del centro se desarrollen en un clima de respeto, tolerancia, participación y libertad para fomentar en los alumnos valores de la ciudadanía democrática.

Esta afirmación que a priori puede parecernos demasiado evidente suele quedar diluida en ocasiones con determinado tipo de alumnos. A veces los profesores pueden llegar a olvidar que todos sus estudiantes, independientemente de cómo sean tienen estos derechos, y por unos u otros motivos empiezan a dejar de aplicarlo con aquellos que resultan más problemáticos.


La Fundación Tomillo se encarga de recoger a estos “desterrados” que han agotado las posibilidades que el sistema está dispuesto a ofrecerles. Fundada en 1984 ha adoptado el nombre de esta planta “por sus propiedades curativas, su modestia, resistencia y por estar muy extendida en España” según ellos mismos dicen.

La homogeneidad de los alumnos de este centro se basa precisamente en la heterogeneidad de sus miembros. Formado por estudiantes que se salían de la norma “para mal” en los lugares de enseñanza de los que venían, donde eran en los raros, los diferentes, los que armaban “bulla”, los que no trabajaban van a encontrar en la Fundación una segunda oportunidad, y eso es lo que les hace iguales y une.

En este nuevo centro van a poder volver a empezar, para así conseguir eso que quieren pero a lo que no supieron llegar previamente. En el centro es fundamental el respeto y tolerancia, valores que promueve esta ley y que aquí se hacen realmente efectivos. Cada comportamiento va a tener unas consecuencias.

Cuando la conducta es buena reciben premios, alicientes para seguir por ese camino. En la mayoría de los casos este tipo de conductas se compensan con prácticas, que los alumnos ansían pues los va a llevar a una primera oportunidad laboral que es lo que en muchos más desean.

Cuando la conducta es mala, y aquí encontramos la diferencia, no se les aplican “castigos” en el sentido en que siempre los hemos entendido. Se vuelve a trabajar, como es la máxima de la fundación con segundas oportunidades, de tal modo que si su comportamiento ha supuesto restarle algo al centro la compensación será sumarle otra cosa. De esta manera se corrige el error, se vuelve a alcanzar el equilibrio, se recupera la oportunidad.

Este modo de trabajo, que llevan aplicando desde sus inicios cuenta con el aval de los buenos resultados que han obtenido desde entonces. El centro da la libertad a los estudiantes de que sean como quieran ser, que se comporten como creen que deben hacerlo, eso sí enseñándoles las consecuencias de sus actos, para que de esta manera sean libres de elegir por si mismos, pero teniendo todas las opciones sobre la mesa.


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me ha parecido muy interesante tu reflexión sobre los "castigos". El objetivo de castigar es que no se vuelva a repetir la acción pero estos castigos deberían ser constructivos, para que si se ha hecho algo mal se restituya el daño o desperfecto con el trabajo, como bien has hecho referencia en tu entrada.

      Eliminar