La eterna batalla entre las letras y las ciencias no es un hecho novedoso. Parece haber estado presente desde tiempos inmemorables y no tiene pinta de que vaya a desaparecer en un futuro inmediato, siguiendo por el contrario ganando adeptos a cada uno de sus bandos.
Este enfrentamiento es fruto de
la que probablemente sea una de las primeras decisiones que tomamos con
respecto a nuestra vida académica y teóricamente, tiene la premisa de que condicionará
nuestra vida laboral.
En torno a cuarto de la ESO los
estudiantes son obligados a elegir entre la rama de las ciencias o la rama de
las letras para continuar sus estudios, de tal manera que todas las
asignaturas, a excepción de las generales se ven centradas en uno de estos dos
ámbitos. Sin embargo es necesario cuestionarse este sistema:
¿Es tan determinante esta
decisión?
Podríamos decir que no cuando
alumnos que cursaron ciencias en el instituto realizaron en la universidad
carreras de letras o humanidades o; si bien los casos son menos frecuentes, alumnos
que habiendo cursado letras en el instituto decidieron desarrollar carrearas
asociadas a las ciencias.
¿Es beneficioso realmente separar
tanto estos dos campos?
Esta decisión tan drástica entre
blanco o negro nos hace olvidar que entre estos dos colores existe una amplia
gama de grises, y que no todo tiene que ser A o B. Ciencias y letras no pueden
caminar solas, se necesitan las unas a las otras para complementarse en
aquellos aspectos que no son capaces de abarcar. La química habla en latín y
griego y las ciencias sociales necesitan de las matemáticas y la estadística
para explicar sus datos. Si seguimos con esta división tan solo obtendremos
cabezas científicas que no saben expresarse y buenos oradores que no saben
respaldar por completo sus teorías.
¿Se puede llegar a un equilibrio?
Hay que conseguir un equilibrio,
y para ello empezar por devolver a las letras el estatus que merecen. Aquel que
aprende estos conocimientos de memoria para “vomitarlos” en el examen no los
aprende realmente. Al igual que las matemáticas las letras han de ser
entendidas y contextualizadas ya que historia, literatura, arte, filosofía…
tienen un por qué, no es una pila de datos sin sentido a memorizar.
Dar la posibilidad a los
estudiantes de que elijan las asignaturas que creen que les van a ser más
validas en su futuro a pesar de que ello suponga la creación de un “mix de
conocimientos” puede ser una experiencia muy positiva. Es cierto que este
sistema dual es un gran aliado a la hora de realizar la organización docente de
un centro académico, sin embargo, sacrificar esta rigidez en favor de la
diversidad puede tener resultados muy interesantes.
Deberíamos recuperar la idea de
Aristóteles “in medio virtus”, pues siendo coherentes, en nuestra vida diaria
nos ha resultado tan útil sabernos la lista de los reyes Godos como resolver a
mano una raíz cuadrada. Son sin embargo las distintas estrategias empleadas
para adquirir estos conocimientos las que realmente resultan ser útiles y nos
ayudan a llegar a lo que queremos ser.
Hola! Llevas toda la razón con lo que dices en tu entrada. Yo soy una de esas que se pasó de ciencias en el instituto a letras en la universidad y he podido comprobar lo importante que es que ambas "ramas" se nutran mutuamente. Esperemos que en el futuro se mejores los recursos de los centros y se puedan diseñar horarios que permitan a los alumnos esa flexibilidad de la que hablas. Un saludo!
ResponderEliminarGracias Lucy, a ver si conseguimos que con coordinación sea posible
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